Título: Ciudad de Luces y Sombras
Autora: Isabel León
Diseño de Portada: Amador García
Precio: 2,68 €
Cantidad de páginas: 221
“¿Qué haré? ¿Qué haremos ahora? ¿Qué estará pasando en la Ciudad? El Consejo Élite y la Reina tendrán que hallar al culpable y decidir su suerte… El culpable”
Golpeada por una súbita ráfaga de realidad, contemplé mis manos como una idiota.
“El asesino ha sido un maestro, pero ¿Quién lo creerá? No tengo ninguna prueba, y en cambio, yo... Estas ropas, esta... sangre,... el olor de las campanillas ¡Soy una prueba viva del delito!”
Ciudad de Luces y Sombras de Isabel León
¡Gray-maikil tiene que morir!
Ahora la Ciudad –antes bella y atractiva- es una trampa mortal, desde cualquier elegante torrecilla puede aparecer un enjoyado dedo acusador. No hay un lugar seguro para la chica mariposa[1] que soñaba con entrar en el Jardín y ahora lucha por salir de él.
Una narración trepidante narrada en primera persona que nos convierte en cómplice de la evolución de una joven y de los entresijos de una Ciudad habitada por seres próximos a los dioses a nivel sensual y cuyo único objetivo ser los mejores en el arte de dar placer..
Isabel León nos ofrece una visión de su Ciudad a vuelo de pájaro o más exactamente de sus viandantes:
Los dos hombres se irguieron en la cima del empinado risco y echaron un último vistazo al agreste paisaje que dejaban atrás. Una sonrisa de cansada satisfacción se dibujó de manera inconsciente en sus labios resecos, y ambos intercambiaron miradas de entendimiento.
- Así que ésa es la ciudad de la que tanto me has hablado- musitó Aetos, depositando finalmente la atención en el valle abierto a sus pies, en medio de la escarpada cordillera por cuyos serpenteantes senderos se afanaban aún las exhaustas tropas y la caravana de tratantes a los que custodiaban.
Ocupando prácticamente todo el espacio llano, la ciudad era cual un enorme paraíso alrededor de un lago resplandeciente y pacífico. Admirados, los ojos azules del joven se dejaron llevar por la sinuosa línea de la muralla que la circundaba. Aunque en algunos puntos los hábiles constructores se habían servido de peñascos y afloraciones del manto de pizarra para suplir ciertos tramos de pared, no dejaba de resultar una verdadera proeza de la perseverancia.
Desde la privilegiada altura en que se encontraban, fue tarea fácil distinguir las cuatro famosas puertas que, cada amanecer, permitían atisbar un trocito de sus íntimas maravillas a quien pudiese pagarlo. En torno a las mismas, los abigarrados campamentos de mercaderes y viajeros parecían ramilletes desperdigados sobre la hierba, mezclados con algunas cabañas y huertas que aprovechaban hasta la más mínima porción de tierra fértil con su entramado de terrazas.
El sexo en el fantástico –en este caso Espada y Brujería- es casi inexistente, en las novelas de Conan que se desplaza de aquí para allá con alguna que otra intrépida –y bien formada- compañera, la mujer tiene una función sólo recreativa y la visión del sexo opuesto es la manifestación del mal, la lujuria e incluso la hechicería. Hemos tenido que esperar a George R. R, Martín que con su sacrosanta Juego de Tronos darle a la mujer su lugar en el mundo de la testosterona y la virilidad.
No esperemos ver en Ciudad de Luces y Sombras[2] una novela ¿fantástica? al uso, con arquetípicos personajes estilo Dragonlance. Un mundo movido por el sexo como mercancía de cambio y una forma más de acercarnos a los dioses.
Ricardo Acevedo Esplugas
[1] Una de las clasificaciones según su orientación sexual que se le da a todo Pupilo o Maestro en la Ciudad: Cisne: hetero (mujer), Gallo: hetero (hombre), Mariposa: lesbiana, Serpiente: gay, Roca: masoquista o Mantis: sado. Para citar solo a algunos.
[2] Cómo una curiosidad el nombre original de la novela era Ciudad pero al ser este el título de una novela de ciencia ficción de Clifford D. Simak se vio obligada a cambiarlo que cambiarlo.
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