Por José Miguel "Yoss" Sánchez
¿Ciencia-ficción en Cuba?
Este género literario es considerado por los expertos
casi unánimemente como hijo del siglo XX y de su explosivo desarrollo
tecnocientífico. Entonces ¿es posible que se escriba ciencia-ficción en una
nación agrícola monoproductora donde aún la mayor parte de la zafra (cosecha de
la caña de azúcar, hasta hace poco el principal rubro exportable cubano) se hace manualmente? ¿En un país del tercer
mundo, cuyo desarrollo tecnológico y científico se ha visto sometido a
durísimas pruebas en cuarenta años de bloqueo por la mayor potencia del mundo?
¿CF en una islita del Caribe, cuya economía ha sido obligada por la caída del
campo socialista a funcionar casi bajo un estado de guerra al que se le llama
eufemísticamente período especial?
Con tal
enfoque apriorístico, hablar de ciencia-ficción cubana parecería solo un jocoso
contrasentido, en el mejor estilo de los que enunciara Umberto Eco en su novela
El péndulo de Foucault: la
Urbanística Gitana o la Hípica Azteca. Si los gitanos no tienen urbanística
porque viven viajando y no tienen casas, o si los aztecas no podían tener una
hípica porque sólo con la llegada de los españoles conocieron los caballos...
pues, vamos ¿CF en Cuba? ¿Es una broma, verdad?
Pues
no. No es este el momento ni el lugar de destacar el desarrollo técnico y
científico alcanzado por nuestro país, en esferas tales como la biotecnología,
por solo citar una. Pero hay una CF cubana, y su historia también tiene más de
cuarenta años. Aunque no sea tan conocida fuera de Cuba como el bloqueo o
embargo.
Como ocurre con todo fenómeno literario, la CF cubana no
apareció de la nada por arte de magia, sino que cuenta con notables
antecedentes que le sirvieron como caldo de cultivo idóneo. La narrativa
fantástica, como en el resto de Latinoámerica, tiene una larga tradición en
Cuba, con cultivadores tan prestigiosos como Alejo Carpentier, José Lezama Lima
o Virgilio Piñera, por solo citar tres de los más relevantes.
¿Adónde van los cefalomos? (Cuadernos R, 1964) |
Pero,
aunque existió tan temprano como en el siglo XIX un precursor como Esteban
Borrero con su Aventura de las hormigas, y
luego hubo algunos intentos esporádicos por parte de autores aislados antes del
59, como la nvoela de La corriente del
golfo de Juan Manuel Planas, bien pude decirse que la CF propiamente dicha,
y con carácter de movimiento, sólo aparece tras el triunfo revolucionario, en
la primera mitad de los 60.
En 1964
ven la luz los dos libros iniciáticos del género en Cuba: La ciudad muerta de Korad,
de Oscar Hurtado (1919-1977) (también recopilador de la primera y hasta ahora
la mejor antología de cuentos de CF mundiales en Cuba, con un prólogo que hizo historia...
aunque le debía demasiadas cosas a
un trabajo similar de Borges y Bioy Casares que sirvió como introducción a la Antología de la literatura fantástica de ambos); y ¿Adónde van los cefalomos? de Angel Arango (1926) quien es en estos
momentos considerado el decano de la CF cubana por su persistencia y fidelidad
al género. Este, su primer libro, mostraba ya lo que sería su estilo
característico, con gran influencia de los clásicos anglosajones de la llamada
Edad de Oro de la CF, como Asimov y Heinlein.
Por el contrario, el libro de Hurtado, curiosamente, no
es una obra narrativa sino un poemario lleno de intertextualidades sobre la
saga marciana de Edgar Rice Burroughs, las novelas de Conan Doyle sobre
Sherlock Holmes, cuya existencia real tenía en Hurtado uno de sus más fieles
defensores, cuentos del folklore infantil universal, La Ilíada y otras muchas fuentes, conformando un universo poético
donde se mezclan el humor negro y la tragedia con grandes dosis de fantasía y
esa forma peculiar de burla o chanza que es el choteo criollo, que luego se
revelaría como uno de los puntos más originales, distintivos y fuertes de la CF
cubana. Esta vertiente de CF en verso no ha tenido continuadores de la talla de
Hurtado, sino apenas dos o tres intentos más o menos afortunados de poemas que
es mejor pasar por alto.
Sobre la influencia total de Oscar Hurtado en la
infancia cubana del género podría escribirse mucho. Los que lo conocieron
personalmente cuentan que era un hombre de singular aspecto… le llamaban El Dragón, tanto por obsesión con el
mitológico ser como por su proverbial fealdad, cultura enciclopédica y
conversación magnética. El ajedrez, el paleocontacto, los OVNIs y la CF en
general eran temas sobre los que podía disertar durante horas, manteniendo virtualmente
hipnotizado al más variopinto auditorio imaginable.
La
mortal enfermedad que padeció en sus últimos años, y la acusación de plagio [1] que le
hiciera Rogelio Llopis por su cuento Carta
de un juez, destruyeron al Dragón.
Después de escribir La ciudad muerta de
Korad [2],
y otros pocos cuentos (recopilados en el libro póstumo Los papeles de Valencia El Mudo, por su viuda Evora Tamayo) su
manantial creativo pareció agotarse. Aunque no su influencia sobre el género, a
través de epígonos y continuadores. Que, incluso, dieron su nombre, en los años
80, al primer Taller Literario de CF.
En 1964 Hurtado publicó en Ediciones R la pequeña y hoy casi inencontrable selección Cuentos de ciencia ficción, que incluía
un doctísimo prólogo [3] y
cuentos de tres autores: Juan Luis Herrero, Carlos Cabada y Agenor Martí. En
1966 aparecen otros tres libros: El
planeta negro de Angel Arango, donde figura la narración Un inesperado visitante, verdadero clásico que al lector
europeo le resultará inevitable comparar con referentes similares [4]; Asesinato por anticipado de Arnaldo
Correa (1935) donde asomaba la oreja el subtema policial dentro de la CF; y El libro fantástico de Oaj del por
algunos llamado Maestro de Irrealidades,
el recientemente fallecido Miguel Collazo (1936-2000).
El libro fantástico de Oaj (Ediciones Unión, 1966) |
Este último, pastiche paródico
claramente inspirado en las Crónicas
marcianas de Ray Bradbury, continuaba la vertiente explorada por Hurtado en
su libro iniciático. El libro fantástico
de Oaj combina escenas de la vida cotidiana en La Habana de la década del
50 con fragmentos de la supuesta narración por un escritor saturniano de la
invasión de su planeta a La Tierra, con el resultado de que el absurdo y la
comicidad brotan a raudales de sus múltiples historias entrelazadas: un tipo de
estructura que en el mercado norteamericano se conoce como fix-up, y que ha dado al género obras tan notables como Crónicas marcianas de Ray Bradbury o Más que
humano, de Theodore SturgeonOtros
autores, como Juan Luis Herrero (que había obtenido una mención en el premio
UNEAC de cuento con su libro de realismo Tigres
en el Vedado, sobre los
pandilleros masferreristas, o sea, nada relacionado con la CF); Rogelio Llopis, autor de la colección de
cuentos fantásticos La guerra y los basiliscos; o Germán Piniella, cuyo cuentos
aparecieron en varias antologías, fueron considerados “menores”, en primer
lugar porque no dejaron novelas del género, ya que cultivaron sobre todo el
cuento corto. Estos y otros fueron incluidos en las dos antologías de cuentos
fantásticos cubanos recopiladas en esos años, (recopilada una de ellas por el
propio Llopis) Selecciones que mostraban a la CF como una modalidad de la
fantasía, criterio editorial algo reductivo, pero bastante generalizado hasta
el presente.
En 1967
se editarían otros libros de Arango y Correa, y al año siguiente saldría a la
luz El viaje, la segunda y radicalmente distinta a la anterior novela de
Collazo. Esta es una obra excepcional: inquietante, metafísica, reflexiva,
profundamente simbólica y de rara belleza, más preocupada por el conflicto
existencial y metafórico de sus extraños personajes que por relatar todo un
entorno tecnológico o científico. Sus protagonistas, sobrevivientes de una
catástrofe nuclear o de la colonización fracasada de un mundo distante y
hostil, tratan de unirse para emprender la reconstrucción y/o el regreso. La
aventura del conocimiento, de la sociedad humana: todo eso es El Viaje, más que
un simple desplazamiento espacial. La novela finaliza con la frase El Viaje ha comenzado, aunque ninguno de
sus protagonistas se ha movido de su sitio.
Con El fin del
caos llega quietamente [5]
de Angel Arango, publicada en 1971, la prosa de este autor llega a su punto de
más alto vuelo poético. Con este librito, sin embargo, arribaba a su fin la
primera y prometedora etapa de la CF en Cuba. Fue el canto de cisne… y el aos
llegó, aunque no tan quietamente.
¿Qué sucedió? ¿Por qué un género literario que había
logrado en corto tiempo varias obras de sorprendente calidad desapareció de
pronto del panorama editorial nacional? ¿Que ocurrió con sus cultivadores?
Había
comenzado el “quinquenio gris” (que para algunos duró un decenio o más) etapa
de triste y oscura mediocridad dentro de la literatura cubana. En los afanes de
“purificación ideológica” bajo la sombra del lema de Fidel Castro dentro de la Revolución todo, contra la
Revolución nada [6],
afanes que conmovieron la escena cultural cubana de esos tiempos, la CF al
estilo de Arango y Collazo, inspirada en el estilo de los clásicos
anglosajones, y acostumbrada a presentar futuros sombríos a modo de
advertencia, resultó inmediatamente sospechosa a los ojos de los celosos
comisarios políticos tropicales. Se le acusó de literatura pesimista,
antisocial, heréticamente ajena a los sagrados modelos de realismo socialista
importados de la URSS. Su lugar como género privilegiado dentro de la narrativa
nacional lo ocupó la novela policial al nuevo estilo: virtuosos investigadores [7] como
eternos héroes positivos, que con la ayuda del pueblo y sus CDR capturaban
siempre, tras larga y cruenta pesquisa al ladrón, espía o saboteador enemigo.
Cliché muchas veces repetido mecánicamente, exaltado por su optimismo y reflejo
esperanzador de un futuro que pertenecía por entero a ya se sabe qué...
La historia, que ocurre una vez como tragedia y otra como
comedia, repetía el triste proceso de los principios de la Revolución de
Octubre, cuando los modernistas y simbolistas rusos, que el propio Lenin llamó heraldos de la esperanza, se vieron
relegados por el pésimo gusto de Stalin, más prudente o más aficionado a un
realismo chato y antiproblemático que cantara loas a su gobierno en lugar de
cuestionarlo.
De Tulán, la lejana (Gente Nueva, 1978) |
Como consecuencia de fenómenos tan poco literarios, la
CF cubana estuvo hibernando hasta
1978. En ese año se publicaron dos pequeñas obras destinadas al público
infantil: Siffig y el bramontono 45-A, de Antonio Orlando Rodríguez; y De Tulán, la lejana, de otro Rodríguez, Giordano, obra que introducía tímidamente en
el panorama nacional el tema antes tabú del paleocontacto. En el intervalo, la CF se había visto
relegada a escasas historietas (entre las que vale la pena destacar la
excelente Matías Pérez de Luis
Lorenzo; nuestro primer aeronauta desaparecido y convertido por obra y gracia
de la pluma del dibujante en astronauta al servicio de la flota espacial del
planeta Strakon, mucho más desarrollado que La Tierra) y a la publicación en la
Colección Dragón, originalmente
concebida por su creador Oscar Hurtado para editar CF, policíaco y terror, de
algún que otro título de CF anglosajona [8], como Los mercaderes del espacio de Pohl y
Kornbluth, El Sol desnudo y los
cuentos de Estoy en Puerto Marte sin
Hilda, de Asimov, o las inefables Crónicas
marcianas de Bradbury) sepultado entre la marea de títulos policíacos.
Sin
embargo, en este tiempo, (no todo podía ser desgracia ¿no?) las editoriales
soviéticas Mir y Progreso publicaron en Cuba varios títulos
de los maestros del género en la URSS. Las obras de los hermanos Strugatsky y
los Abramov, padre e hijo, de Iván Efremov, Sever Gansovsky, Anatoli Dneprov,
Victor Kolupaiev y Olga Larionova llegaron así hasta la isla caribeña en
novelas y antologías con divertidas traducciones llenas de arcaísmos y giros
que al lector cubano le parecían cuando menos almidonados. Traducciones que
corrieron a cargo de refugiados españoles de la Guerra Civil y de sus hijos, y
que viciaron no poco el lenguaje de los autores cubanos. Ese estilo soviético,
con obras que casi unánimemente describían un futuro luminoso (con la honrosa
excepción de las de los Strugatsky) y donde la posibilidad de enfrentamiento
violento con otras razas inteligentes era del todo inimaginable (absurdo
prejuicio capitalista), esa CF total e institucionalmente optimista, marcó con
fuego el concepto de los funcionarios de la cultura cubana sobre cómo debía
escribirse CF.
El milagro
que hizo posible reanudar en 1978 las publicaciones en el género se debe a
varios factores. Entre ellos cabe destacar la mención obtenida en el Premio
David de ese año por el libro de cuentos de CF Aventura en el laboratorio de Bruno Henríquez (1947). El Premio
David, convocado por la UNEAC para jóvenes escritores inéditos, era uno de los
de mayor prestigio nacional. Bruno Henríquez, físico ambiental de profesión, a
pesar de sus muy discutidos méritos como autor de cuentos y poemas, ha jugado
un papel primordial e insoslayable en la historia de la CF cubana, gracias a su
innegable talento como divulgador [9] y su incansable
labor organizativa (aunque también algo egocéntrica) del fandom nacional. Pero
ya desde esta mención obtenida por su libro comenzaría el género a estar en
deuda con Bruno; pues este hecho decidió a la UNEAC a convocar, a partir del
año siguiente, un Premio David de Ciencia Ficción, junto a los ya tradicionales
de Narrativa, Poesía y Teatro.
Ganado
el primer David del género en 1979 por Los
mundos que amo, de Daína
Chaviano (1957) comienza realmente la segunda y (hasta ahora) más brillante
etapa de la CF cubana.
El primer libro de cuentos de la joven autora, a pesar
de su ingenuidad, se hizo enormemente popular (se llegó a publicar el cuento
que le daba título al libro en forma de fotonovela) e inauguró un estilo
peculiar de hacer CF que luego se ha llamado rosado o suave, y que
tuvo como principales cultivadores, además de a la propia Daína en sus libros
siguientes (Amoroso planeta; Historias de
hadas para adultos; Fábulas de una abuela extraterrestre y El abrevadero
de los dinosaurios) al binomio de autores formado por Chely Lima (1957) y
Alberto Serret (1947) en el excelente libro de cuentos Espacio abierto y a Alberto Serret en solitario en los lamentables
y erráticos Consultorio terrícola y Un día de otro planeta.
La
influencia del estilo romántico de Daína Chaviano sobre la CF cubana se
extendió durante casi todos los 80, mientras fue, oficial y extraoficialmente
(al menos para la mayoría) la máxima autoridad nacional en el género.
Tan grande fue esta autoridad que incluso, logró dos “milagros”:
el primero, que le permitiesen aparecer en TV una noche por semana durante dos
meses, para presentar películas de CF socialista y capitalista, como parte de
la programación de verano. El segundo, que le permitieran lanzar la hasta ahora
única revista (con un sólo número ¿por desgracia o por suerte?) cubana de CF, NOVA, de la que se hablará más adelante.
El estilo
“rosado” de Daína, que gozó pronto del aprecio de niños y especialmente de
adolescentes, a pesar de sus muchos detractores, se caracterizaba por focalizar
la atención en el aspecto poético de la historia y en el más superficialmente
psicológico de la construcción de los personajes, en una búsqueda formal y
conceptual que dejaba de lado los aspectos de ciencia y tecnología tan
apreciados por los más puristas del género (sobre todo los de la llamada hard science-fiction). Quienes, en
visceral reacción, tacharon pronto de blando y facilista este modo de enfocar
el género.
Pero, quizás para compensar, como no hay blanco sin
negro ni derecha sin izquierda, en 1980 obtiene el segundo David de CF la
novela Espiral, del biólogo Agustín de Rojas (1949). Este libro, verdadero hito
aún no superado del género en Cuba, aúna lo mejor del estilo anglosajón en
cuanto a diseño de los personajes y ambientación imaginativa (mutantes,
monstruos, androides) con la concepción socialista de un futuro mejor.
La novela, bastante hard
y verdadero tour de force para
cualquier escritor, novel o no, tiene multitud de personajes. Narra el regreso
de un grupo de cosmonautas nacidos en una colonia extraplanetaria de origen
socialista a una Tierra postholocausto, arrasada por un imperialismo feroz en
sus últimos estertores. Los visitantes tratan primero de estudiar, luego de
comprender y salvar el complejo nuevo mundo que ha surgido (para su sorpresa)
de entre las ruinas radiactivas, luchando contra sus prejuicios y con una
amenaza pendiente sobre sus cabezas que sorprenderá a todo lector al final.
El año 200 (Letras Cubana, 1990) |
Si
puede hablarse en los 80 de una CF auténticamente socialista, cubana y de
calidad, es en la obra de este autor. Tanto en la iniciática Espiral como en sus dos novelas
posteriores, la impecable Una leyenda del
futuro y la un tanto desfasada El año
200, una prosa rica y correcta
se conjuga con un notable dominio científico debido a su condición de biólogo,
y con una concepción coherente de la historia. Desgraciadamente, con la caída
del socialismo real Agustín de Rojas dejó (ojalá que no para siempre) de
escribir CF. Privado de la fe en un futuro socialista que animaba a toda su
obra, su foco de atención se volvió hacia el pasado de la humanidad, y ahora
dedica su intelecto a indagar en ensayo y ficción sobre la verdad de la vida y
obra de Jesús. Al menos, el primer fruto de esta nueva faceta creativa, su
novela histórica El publicano, es una indagación sobre Cristo tan
original como madura y llena de calidad literaria, lo que nos hace desear aún
más el retorno de San Agustín de Rojas a la CF.
Otros
autores continuaron la ola. Notables en la década fueron también Gregorio
Ortega, con la sorprendente y aventurera novela Kappa15; Rafael Morante, Premio David 1984 con Amor más acá de las estrellas; Luis
Alberto Soto, otro David con Eilder [10];
y Félix Mondéjar, F.Mond: el más
jocoso y uno de los más prolíficos: Con
perdón de los terrícolas; ¿Dónde está mi Habana?; Cecilia después o ¿por qué La
Tierra?; el delicioso y paródico Krónicas
Koradianas; y más recientemente,
Vida, pasión y suerte, otra visión de
Jesús en clave CF… y la de olvido recomendado por simplemente infame Holocausto 2084.
Ya en estos años se crea el primer Taller Literario de
CF, ubicado en el municipio capitalino de Plaza de la Revolución. Llamado, por
supuesto, Oscar Hurtado, y asesorado,
no faltaba más, por Daína Chaviano. De este taller surgieron autores como Félix
Lizárraga, con la novela corta Beatrice, Premio David de 1981; Arnoldo Aguila
con la colección de cuentos Serpiente
emplumada; Roberto Estrada, cuya novela Trenco,
finalista del David, fuera luego publicada; Julián Pérez, con El Elegido, cuentos; Eduardo Frank, Más
allá del sol, cuentos, Premio David 1987; Ileana Vicente, Raúl Aguiar,
Ricardo Fumero y otros.
Luego se formaron otros talleres y grupos de aficionados
en la capital y el resto del país, como el Julio
Verne, o el Androides.
Un
papel muy importante en el auge del género en los 80 jugó la revista Juventud Técnica. De perfil sobre todo
científico-divulgativo, esta publicación a veces incluía en sus páginas también
cuentos cortos de CF de autores cubanos y extranjeros, y a mediados de la
década instauró el Concurso de Cuentos Cortos de CF, que se convertía así en la
segunda posibilidad de darse a conocer de autores jóvenes e inéditos, después
del Premio David [11].
La frecuente exhibición en cine y televisión de películas del género también
incrementó la popularidad y el conocimiento de la CF entre el público cubano.
Hasta
llegaron a publicarse cinco antologías de la cuentística de CF cubana. Dos con
narraciones de los miembros de los talleres literarios: Cuentos cubanos de ciencia ficción y Juegos planetarios, en la colección Suspenso, concebida para adolescentes y jóvenes en la Editorial
Gente Nueva, y dos compuestos por los cuentos finalistas en los concursos de la
revista Juventud Técnica: Recurso extremo y Astronomía se escribe con G, así como una quinta con selección
editorial: Contactos, sin duda la mejor de todas, también
en la colección Suspenso, por
entonces dirigida por el editor Juan Carlos Reloba, declarado fan del género y
coautor con Rodolfo Pérez Valero de una singular novela de CF policíaca-de
espionaje, Confrontación, situada en un futuro muy cercano,
pero donde el socialismo es una realidad casi global.
Una valoración crítica de lo publicado en estos años,
necesariamente superficial por razones de espacio, mostraría dos circunstancias
curiosas:
La primera, ya anticipada por Oscar Hurtado en La ciudad muerta de Korad, el predominio
del humor, de la parodia, de la chanza. Especialmente en la obra casi bufonesca
de F. Mond [12],
quien se burla sin piedad del género, de los lugares comunes y del mundo
occidental y cristiano en general. No obstante, otros autores también
incursionan en la farsa y la sátira con más o menos éxito, como Luis Alberto
Soto en su delicioso cuentecito Memorias
de un traductor simultáneo, por sólo citar uno de los mejores.
La segunda circunstancia es, en todo sentido, más
triste: durante los ochenta, salvo las honrosas excepciones de Agustín de
Rojas, Félix Lizárraga y tal vez Gregorio Ortega, los escritores que tenían
nociones de ciencia, no las tenían de ficción, y viceversa. Claro ejemplo del
primer caso es la obra del físico Bruno Henríquez, y del segundo, la de Alberto
Serret.
Como una circunstancia extra, pero no menos lamentable,
es de resaltar la falta de un criterio adecuadamente estricto de selección editorial,
tal vez por falta de lecturas del género
en el personal encargado de tal tarea. Sin mediar un lamentable paternalismo,
probablemente nunca hubieran sido publicadas obras tan lastimosas como Expedición Unión-Tierra, de Richard Clenton Leonard, o La nevada, de Gabriel Céspedes, que fuera incluso ganadora de un ¿inmerecido?
David de CF. O la epidémica proliferación de un tipo particular de obras de
dudoso humor y escasa calidad literaria, que trasladaban tópicos de la CF
mundial al ambiente cubano. Los marcianos aterrizando en el arquetípico y
criollísimo platanar de Bartolo, el
tópico robot que pegaba los cuernos a su creador, etc, lugares comunes en los que
cayeron incluso autores de tanto prestigio como la propia Daína Chavianoen su
cuento La culpa es del robot.
Obras todas que, a la larga, no sólo no aportaron nada
al género, sino que puede incluso considerarse que perjudicaron bastante el
concepto que el público nacional tenía y
tienen sobre la CF made in Cuba. No
obstante, a pesar de estos y otros problemas [13], entre los
lectores cubanos existía hacia finales de la década del 80 una actitud
receptiva hacia la CF. Querían leer más CF, y mejor. Querían ver publicados a
otros autores que no fueran solo Daína Chaviano y F. Mond, los privilegiados
-con mucho- en cuanto al número de libros editados… y de otras tendencias.
En 1988
compartieron (por primera vez) el David los libros El mago del futuro de María Felicia Vera (1967), y Timshel de José Miguel Sánchez [14] (1969).
Si bien
el libro de María Felicia era más bien surrealista, enigmático y a duras penas
clasificable dentro de la CF [15], Timshel, en cambio, también una
colección de cuentos y pese a la juventud de su autor, rompía de plano con el
concepto de lo que podía hacerse en la CF cubana: apenas si aparecían Cuba y el
socialismo como escenario e ideología [16]: casi
todas las historias estaban ambientadas en un futuro donde el capitalismo no sólo
se negaba obstinadamente a desaparecer, haciéndole caso omiso a Marx, Engels y
Lenin, sino que además seguía desarrollándose tecnológicamente. Sin embargo,
tras tal aparente pesimismo, brotaba un optimismo poético, una fe en el hombre
más allá de sus ideologías que conquistó a los lectores.
Estudiante
de biología en aquel entonces, o sea, colega de Agustín de Rojas, quien casualmente
fue uno de los jurados de ese año, el muy joven José Miguel Sánchez ya hacía
gala ern su primer libro de amplias lecturas del género y de su sólida formación
científica, sumado a un gusto por la aventura y el exotismo que resultaba por
lo menos inusual en el panorama de la CF cubana hasta el momento.
Pero de
nuevo era un canto de cisne. Los premios David del 88 fueron los últimos
publicados antes del desastre[17]. Antes
de la perestroika. Antes de que la crisis de papel redujese a cero en cuestión
de meses todo el pujante esfuerzo editorial cubano. De nuevo se veía relegada
al olvido la CF.
Aunque, justo es señalarlo, esta vez no por otros
géneros, sino por la simple imposibilidad física de publicar, que afectó a toda
la literatura cubana. No obstante, en los últimos suspiros, en 1991 el
Instituto del Libro aún pudo arreglárselas para publicar dos títulos
previamente comprometidos: Desterrado en
el tiempo y Por el atajo,
segundos libros de Rafael Morante y Bruno Henríquez, respectivamente.
Editorialmente, en lo que respecta a la CF cubana, si exceptuamos la casi
heroica publicación en 1994 de Sider, del decano Angel Arango, y de finos folletos
o plaquettes como Las ruinas de Sant Eldrado, de Gregorio Ortega; La
Memoria metálica, otro de
Morante; y Criminales, de Eadurado
del Llano) puede decirse que, hasta el
año 99, el resto fue silencio.
Muchos
autores “pasaron a mejor vida”, popular eufemismo cubano para decir que
abandonaron el país. Eduardo Frank, Arnoldo Aguila, Julián Pérez, María Felicia
Vera, Ricardo Fumero, Félix Lizárraga... otros, como el binomio Alberto-Chely,
consiguieron contratos de trabajo prácticamente indefinidos en otros países, y
allá se fueron, huyendo del período especial. De todos ellos es Daína Chaviano
la única que parece haber sostenido afuera su éxito nacional, con la novela
-aunque no de CF, si bien está reeditando sus títulos del género- El hombre, la hembra y el hambre, Premio
Azorín 1997 en España, y otras como Casa
de juego; Gata encerrada, etc.
Pero,
como dice el refrán, “bicho malo nunca muere”; aún sin publicar, el fandom
siguió existiendo... y escribiendo. En 1993, bajo los auspicios del incansable
(e inefable) Bruno Henríquez y dirigido por el joven estudiante de Física
Aresky Hernández, se creó un nuevo Taller Literario de CF, El negro hueco; la
revista virtual I+real, que se
distribuía gratuitamente en soporte de diskette a todo el que quiera
copiarla... y estaba hasta en Internet; y se celebró la primera convención
cubana del género: IBEFICCION 94, que
luego ha tenido secuelas como QUASAR-DRAGON
1995 y las sucesivas CUBAFICCION
desde 1996 hasta el 2002. Aunque la Asociación Cubana de CF, por cuya creación
Bruno Henríquez y el resto del fandom llevan batallando casi quince años, aún
enfrenta trabas oficiales y burocráticas que no muestran indicios de
solucionarse.
Otros
intentos aislados para crear revistas o fanzines dedicados al género, como NEXUS[18],
del que vieran la luz sólo tres números, con ímprobos esfuerzos y escasísima
circulación, pese a su innegable calidad, fracasaron en mayor o menor medida.
Obviamente, por la falta de apoyo financiero o al menos interés oficial.
En la
escena literaria, casi totalmente inédita, por supuesto, de la CF nacional
posterior a la caída del muro de Berlín, pueden señalarse actualmente tres
tendencias más o menos delimitadas. Haciendo la salvedad de que, por tratarse
de autores muy jóvenes en su mayor parte, este intento de clasificación puede
resultar prematuro, en el mejor de los casos.
La
primera de estas tendencias es la que podríamos denominar clásica, inspirada en
el estilo de Asimov, Heinlein, y otros autores de la era de Campbell y las
revistas pulp en USA. Los autores de más edad, sobrevivientes de la segunda y
hasta de la primera etapa de la CF cubana, se adscriben principalmente a esta
tendencia… los más audaces, con ocasionales inclusiones temáticas del ciberpunk,
y se reúnen alrededor de Bruno Henríquez y su revista virtual I+real. Con un estilo más bien pobre,
basado sobre todo en el uso no siempre afortunado de la tercera persona y los
finales sorpresivos, sin grandes experimentaciones estilísticas ni
complejidades psicológicas, estos autores sufren, entre otros males, de falta
de lecturas actualizadas de los modernos maestros del género a nivel mundial,
como Orson Scott Card, Samuel Delany, William Gibson, Dan Simmons, Ian Banks o
Connie Willis, por sólo citar algunos de los tantos que nunca han sido hasta
hoy publicados en Cuba… ni parece que vayan a serlo en un futuro próximo.
La
segunda tendencia es la ciberpunk, obviamente epígona de Gibson, Sterling,
Rucker y otros gurús de las computadoras
y el ciberespacio. En esta se integran algunos de los autores más jóvenes,
beneficiados con lecturas más recientes y variadas, además de con una noción
literaria más sólida, pues en general no sólo leen ya CF y fantasía, como en
los buenos tiempos del ghetto, sino
también obras del main stream, sobre
todo de la narrativa norteamericana y del postboom latinoamericano. Con estilo
variopinto, a veces telegramático, otras lleno de claros préstamos idiomáticos
del inglés, indiscutible esperanto de la tecnología a fines del siglo XX, otras
claramente inspirado en los clásicos sudamericanos, representantes de esta
tendencia son Vladimir Hernández (1966)-Blade:
el ciberfanático #1, que publicó en el 2000 su libro de cuentos Nova de cuarzo y fue finalista en el
prestigioso concurso catalán UPC de novela corta de CF en ese mismo año, con Signos de guerra, aparecida en una de
las antologías anuales que publica la Universidad Politécnica de Cataluña, y de
nuevo finalista del mismo premio en el 2002 con Hipernova; Fabricio González (1973) quien últimamente -tal vez
debido a lo ocupado que estaba en primero graduarse y luego convertirse en
profesor de Filología- se ha dedicado más a la crítica que a la ficción, y no
se considera a sí mismo un auténtico ciberpunk, pero sí suscribe gran parte de
los postulados de dicho movimiento; Ariel Cruz Vega (1969); Michel Encinosa
(1974) uno de los más prolíficos de la joven hornada, con grandes influencias
de la literatura fantástica al estilo tolkieano y dueño de un refinado y
críptico estilo poético. Publicó en el
2001 el libro de cuentos de fantasía heroica El sol Negro, y su Ofidia, de la que en el 2002 apareciera la
selección de cuentos Niños de neón [19], es un universo ciberpunk que comparte
con el también excelente, si bien poco prolífico Juan Alexander Padrón (1973)…
y algunos otros con incursiones ocasionales, como José Miguel Sánchez -Yoss- en algún que otro cuento, lo mismo
que autores cronológicamente clasificables más bien dentro de la primera
tendencia, como Roberto Estrada (1950) que también fuera en 1997 finalista del
UPC con su novela corta Bosque, aún
inédita [20] y hasta
el propio Bruno Henríquez o su hijo Alvan Henríquez, a veces.
A pesar
de contar ya con obras notables como la antología de cuentos Horizontes probables, recopilada por Vladimir Hernández Pacín -Blade- y publicada en México en 1999, puede decirse que el
ciberpunk, movimiento de la CF en los 80s tardíos y los 90s tempranos, llegado
con cierto retraso lógico a Cuba, es más bien un estilo de escribir y una
manera de abordar la realidad que una auténtica corriente, sobre todo por su
condición minoritaria dentro del ya exiguo panorama de la CF cubana.
La
tercera corriente, entonces, sería simplemente lo demás. Lo experimental, lo
raro, lo más novedoso. Claros ecos de lo que fuera la New Wave de los años 60,
con el descubrimiento tardío de autores como Phillip K. Dick, Samuel Delany,
Michael Moorcock, Brian Aldiss, Thomas M. Disch, John Brunner y J. P. Ballard
pueden hallarse en cuentos de varios autores, como Ariel Cruz, Michel Encinosa,
Juan Pablo Noroña y Yoss. Mención aparte merece Lester Alvarez, cuyo magnífico
cuento La casa, junto a su texto
inclasificable a caballo entre ensayo y ficción Sobre la detección de universos alterados [21], hacen concebir esperanzas de que le
aguarda un futuro aún más brillante en el género. Erotismo, guerra, space opera
y referencias metafóricas a la realidad cotidiana aparecen en las novelas de
Yoss Los pecios y los náufragos (2000), destinada al público adolescente,
como las aún inéditas Al final de la
senda; Pluma de león [22]
y El advenimiento, y, así como la
cuentinovela Se alquila un planeta, publicada
en 2001 en España por la editorial Equipo Sirius, aunque aún no aparecida en
Cuba; y también en las ya mencionadas Signos
de guerra e Hipernova de Blade; y Bosque de Roberto Estrada Bourgeois -R. E. Bourgeois- todas finalistas en el prestigioso Premio UPC de
novela corta CF en España.
Experimentación formal, indagación poética, conflictos
dickianos de identidad, juegos con el lenguaje, una búsqueda de los límites
temáticos y formales, la hiperrealidad, constante en la obra más reciente de
Raúl Aguiar, como el cuento El tren de
Einstein o su segunda novela La estrella bocaarriba, que se duda si clasificar como
realismo o como CF; y una curiosa convergencia entre los campos de la CF y la
fantasía heroica clásica, en historias como la aún inédita El ángel de la inmovilidad de Michel Encinosa , parecen ser algunas
de las tónicas de esta tendencia, la más innovadora y promisoria, amén de
contar con mayor número de seguidores.
El Druida (Ediciones Extramuros, 2000 ) |
En 1999, con el restablecimiento lento pero seguro de
las ediciones nacionales, la CF cubana muestra esperanzadores signos de
recuperación. La premiación en diciembre de 1998, en el Concurso Luis Rogelio
Nogueras, de la novela Los pecios y los
náufragos de Yoss, así como las
menciones obtenidas en dicho certamen por los libros Nova de cuarzo de Blade; Los viajes de Nicanor,
del humorista y guionista Eduardo del Llano Rodríguez; la recopilación
fantástica El Druida, de Gina Picart Baluja, ya publicados los
tres por Extramuros en su colección Impacto,
más Bosque de R. E. Bourgeois,
mostraron al Centro Provincial del Libro y la Literatura que algo estaba
pasando con la CF y la fantasía cubanas… por lo su editorial, el sello
Extramuros, ha decidido destinar en lo adelante varios tomos anuales a las
temáticas de la CF y la fantasía.
En 1999
vió la luz en Argentina otra antología de cuentos cubanos de CF, prologada y
recopilada por Bruno Henríquez; Polvo en
el viento, que incluye cuentos de algunos de los más jóvenes autores del
género, junto a otros más o menos consagrados.
En la Editorial Letras Cubanas apareció en el 2000 la
antología de fantasía y CF Reino Eterno,
y en otra casa editorial, Abril, aparecerá pronto otra, Pórtico XXI,[23] ambas
con selección, prólogo y notas de Yoss,
con similares características en cuanto a la composición de edad de sus
narradores, aunque con predominio de los más jóvenes. Al igual que la ya
mencionada Horizontes probables,
aparecida en México en 1999, prologada y recopilada por Blade. Otra antología, Onda
de choque, también de Blade, está en el plan de publicaciones [24] de la
editorial Extramuros.
Las
convenciones CUBAFICCION 1999, 2000, 2001 y 2002, que aunaron a aficionados al
género con seguidores de la mística y el esoterismo paracientífico (yoga,
energía piramidal) y otros temas colaterales (música electroacústica, caos,
fragtales, cómics, paleocontacto, etc.), mostraron el enorme interés que tiene
el público por estos temas. A las últimas han asistido incluso varios
representantes del prestigioso fanxine norteamericano LOCUS. La celebración, ya tradicional dentro de estos eventos, del
Concurso Dragón de Cuento y Poesía Superbreve (1 cuartilla) hace patente la
gran cantidad de aficionados a la literatura de CF. En el 2000, por primera vez,
el recién creado Taller de CF Espiral,
así nombrado por Yoss, su fundador,
en honor a la primera novela de Agustín de Rojas, y que aún sesiona
semanalmente, ahora dirigido [25] por
Juan Pablo Noroña, otorgó los premios homónimos a los mejores cuentos cortos,
noveletas, portadas y novelas del género publicadas en los últimos 10 años.
En la
programación espcieal televisiva de los veranos del 2001 y 2002, Bruno
Herníquez ha repetido el éxito de Daína Chaviano en los 80, presentando y
comentando un nuevo ciclo televisivo de CF [26]. Y ya
se considera muy en serio convocar de nuevo el David de CF, por 12 años
suspendido [27].
Pero
¿Qué preocupaciones tiene la CF cubana al final del milenio?
Las
comunes al resto de la CF mundial: ¿Quiénes somos, de dónde venimos, a dónde
vamos? ¿Sobreviviremos al desastre ecológico al que nosotros mismos estamos
precipitando? ¿Y al stress informático del cual Internet es el síntoma más
visible? ¿Estamos solos en el universo? ¿Qué ocurrirá cuando se logre al fin la
Inteligencia Artificial? y muchas más. Para los jóvenes autores cubanos, la CF
sigue siendo el método ideal de comprender mejor esa hiperrealidad que es el
vertiginoso presente, volcando la mirada al hipotético futuro.
Además,
como país subdesarrollado que había escogido la vía del socialismo ahora
aparentemente sin salida, abocado a cambios económicos y sociales de destino
impredecible, como pieza de museo en un mundo unipolar, como mundo antes casi
cerrado, hoy de pronto abierto al turismo internacional y la inversión extranjera
con su secuela de lógicas desigualdades sociales... la CF en Cuba enfrenta
interrogantes particulares. ¿Seremos en el futuro inmediato una reserva
turística mundial? ¿Cuál es el futuro que nos espera como país subdesarrollado
en un mundo neoliberal? ¿Después del socialismo (y/o de Fidel) qué?
En
algunas obras como la cuentinovela Se
alquila un planeta de Yoss que
incluye cuentos como Trabajadora social,
El performance de la muerte y El
equipo campeón [28],
de creciente popularidad y no solo entre
los fans del género [29] se
indaga sobre el presente y el futuro del país metaforizando sobre la situación
actual. Lo mismo hacen varios de los cuentos de Nova de cuarzo, de Blade,
pertenecientes junto con algunos de Fabricio González Neira al ciclo ciberpunk
de CH… un megalópolis del tecnocapitalismo en el 2050, desarrollada a partir de
la actual ciudad de La Habana.
Comprometida, mirando al cosmos y al ciberespacio, pero
también al entorno, así será por fuerza la CF cubana del comienzo del tercer
milenio.
A pesar
del aventurado y aún solitario esfuerzo de Extramuros, las perspectivas
editoriales aún son problemáticas. En estos momentos, la mayoría de las aún muy
escasas ediciones cubanas se hacen gracias a donaciones de papel de
organizaciones no gubernamentales de solidaridad con Cuba en otros países, o al
Fondo de Desarrollo para la Cultura. Y una vez más se da preferencia al
realismo, sobre todo en su vertiente más crítica, temática que ha alcanzado un
indudable renombre en estos tiempos de período especial.
En las
cuatro ediciones de la colección Los Pinos Nuevos publicadas hasta ahora,
había un solo título que podría considerarse como de CF, en la primera: La poza del ángel de Gina Picart Baluja,
con el que esta autora obtuviera años antes el premio David.
La otra
vía para que los autores cubanos puedan publicar en el período especial, las
revistas y las antologías extranjeras, tampoco acoge con mucho beneplácito a la
CF cubana. En un mercado mundial casi totalmente dominado por autores
anglosajones, donde sólo España tiene suficiente autonomía editorial como para
publicar autores nacionales al mismo nivel que a los maestros norteamericanos,
decir CF cubana parece hasta el momento sinónimo de pérdidas financieras y de
empeños irrentables.
La
verdadera CF, en opinión de casi todos los editores, se escribe en inglés o en
francés [30], cuando
más en japonés, países todos del primer mundo. Sobre Cuba, el público
extranjero parece interesado en leer acerca de sus balseros, sus jineteras, sus
gays y sus disidentes, pero ¿CF cubana? ¿Existe algo así? ¿Y si existiera, qué
valor podría tener? ¿O es que acaso no resulta ya suficiente CF la realidad
cubana de por sí?
10 de diciembre de 2002
José Miguel “Yoss” Sánchez
Gómez (La Habana,
Cuba, 1969)
Licenciado en Ciencias Biológicas por la Universidad de La Habana en 1991.
Comenzó a escribir a los quince años, con su incorporación a los Talleres
Literarios.
Principales
premios obtenidos: Premio de cuento de ciencia ficción de la revista
cubana Juventud Técnica, 1988; Premio
David de ciencia ficción 1988 con el libro de cuentos Timshel (publicado por
Editorial UNION, 1989); Premio Plaza de ciencia ficción, 1990; Premio de cuento
de la revista cubana Revolución y Cultura 1992 con Las avispas no saben
llorar (publicado en la misma revista,
1992; Anuario de Narrativa de la UNEAC, 1994); Premio de cuento Ernest
Hemingway, 1993; Mención en el Premio UNEAC de novela Cirilo Villaverde 1993
con La cáscara de los perdedores; Finalista en el Premio Casa de las Américas
de novela 1994 con Jugando a rumiarse el tiempo; Vencedor en la segunda
convocatoria del concurso Los Pinos Nuevos, 1995, con el libro de cuentos W,
(publicado por Editorial Letras Cubanas, Colección Cemí, 1997); Mención en el
Premio UNEAC de cuento Luis Felipe Rodríguez, 1995; Mención en el Premio de
cuento de la revista La Gaceta de Cuba, 1996; Premio de Cuento de Amor de Las Tunas
1998, con Círculos del dolor (publicado en la antología Otra vez todo el amor,
2000; y en las revistas Cúpulas, cubana, 2000, y Capital, italiana, 2000);
Premio Luis Rogelio Nogueras de ciencia-ficción 1998, con Los pecios y los
naúfragos, (publicado por Ediciones Extramuros, 2000); Premio Aquelarre 2001 de
texto humorístico, con Las chimeneas (cuento de ciencia ficción) (Publicado en
la revista Limes (Italia) 2004, y en la selección de cuentos La causa che
rinfresca e altre meraviglie cubane. Edizione Estemporanee, 2006); Premio
Farraluque de cuento erótico 2002, con El infinito en un triángulo; Premio de
novela corta de ciencia ficción de la Universidad de Carlos III, Madrid, Getafe
(España), 2002, con XXXXX…L. (Publicado por la editorial universitaria
homónima, 2004); Mención especial (ex-aequo) en el Premio UPC de Novela Corta
de ciencia ficción 2003 (España) por Polvo rojo (publicado por Ediciones B,
Colección Nova en el volumen Los Premios UPC 2003, 2004); Premio Calendario de
la AHS en ciencia ficción 2004 por el libro de cuentos Precio justo (publicado
por la Editorial Abril, 2006); Premio Domingo Santos de cuento de ciencia
ficción (España) 2005 por Morfeo verdugo; Tercer premio de cuento Casa de
Teatro (República Dominicana) 2006 por El puente rojo.
[1] Por otra parte, al parecer,
fundada.
[2] Según estudiosos, el segundo poema
de CF del mundo, y que inspirara el primer ballet de este género, estrenado con
motivo del vuelo espacial conjunto URSS-Cuba; Misión Korad.
[3] Luego reciclado en su mayor parte para su mucho más conocido antología
de la ciencia ficción mundial, también con el mismo título.
[4] Como la historia de Michael
Moorcock Ecce homo galardonada con un
Premio Hugo.
[5] Que tenía una ilustración de
portada del célebre dibujante francés Philippe Drouillet en la portada,
circunstancia de la probablemente jamás se enteró el ilustrador galo.
[6] Un slogan bastante extremista e
impreciso, como tantas buenas consignas.
[7] Aunque siempre estaban tratando de
dejar de fumar… lastimoso subterfugio de sus creadores para evitar que fueran
total y aburridamente perfectos.
[8] Por supuesto, preferiblemente si
hablaba de la inevitable crisis final del sistema capitalista que YA estaba al
doblar de la esquina.
[9] Por ejemplo, su bien documentado ensayo
científico Marte: mito y realidad fue
todo un best-seller en la colección Pinos Nuevos, años después.
[10] Novela que resulta es extremo interesante,
porque prácticamente traslada a la CF el esquema de investigador+pueblo contra
delincuente o espía, típico de la peor novela policíaca socialista de esos años.
[11] De hecho, muchos de los autores que luego ganaron el David del género
obtuvieron antes premios en este concurso: Roberto Estrada, con En la cuneta; Raúl Aguiar, con Milagro para un escritor envejecido y Einfallen; y Yoss, con cosas que pasan,
que sin embargo, nadie sabe por qué, nunca fue publicado en la revista
ni en ninguna de las
antologías por ella auspiciadas…
[12] Que, contradictoriamente, según
opinión general, alcanza sus más altas cotas literarias en ¿Dónde está mi Habana?, su segunda y más seria -o menos bufonesca-
novela.
[13] Como la falta de una revista
dedicada al género, dejando aparte el intento aislado de NOVA, de Daína, Chely y Alberto, en la que apenas si se publicaron
a ellos mismos.
[14] Ya firmaba Yoss pero el editor José Rodríguez Feo prefirió dejar a un lado el
seudónimo por el que luego ha sido más conocido.
[15] Pero tampoco le fue posible
afirmar categóricamente al jurado que no lo fuera.
[16] En sólo dos cuentos de 11: Una
voz dentro de ti y el que da título a la recopilación, Timshel.
[17] En 1990 la luego muy conocida escritora fantástica Gina Picart Baluja
ganaría el último con su libro de cuentos La
poza del ángel, publicado tan sólo ¡en 1994! en la colección Pinos Nuevos.
Pero de los 8 relatos que forman este volumen, apenas dos pueden clasificarse
como CF…el resto son puramente
fantásticos.
[18] Dirigido por Vladimir Hernández, Fabricio González y Yoss.
[19] Tras este vinieron Dioses de
neón (2007) Veredas (2007) y Enemigo sin voz (2008)
[20] Ganandora del primer Premio La Edad de Oro de Ciencia Ficción en el
2005, apareció por la editorial Gente Nueva en el 2007. Otra novela suya, La puerta del mar cuántico, fue
publciada en el 2009 en la misma editorial
[21] Aparecido en la antología Polvo
en el viento (1995), recopilada por Bruno Henríquez para la argentina
Ediciones Desde La Gente, y luego en Crónicas
del mañana: 50 años de cuentos cubanos de ciencia ficción (2009) preparada por Yoss para Letras
Cubanas.
[22] Al final de la senda y Pluma de León aparecieron ambas por
Letras Cubanas en el 2003 y 2009, respectivamente. La segunda también fue
publicada en el 2007 en España, por Ediciones Neverland.
[23] Nunca fue publicada, pues los originles se transpapeñaron en la
Editorial Gente Nueva.
[24] Fue publicada en el 2006.
[25] Tras Noroña pasó a dirigirlo Javier de la torre, que aún detenta esta
responsabilidad.
[26] Que acaba de cumplir 10 años siendo uno de los espacios de cine más
populares en cada programación de verano.
[27] Este restablecimiento del David de Cf añún sigue siendo un sueño, por
desgracia.
[28] Incluido en Onda de choque,
antología de Vladimir Hernández, (2006)
[29] Lo que ha determinado, por
ejemplo, que el primero de estos relatos fuese seleccionado por el escritor y
presidente de la UNEAC Francisco López Sacha
para el segundo tomo (que nunca se publicó) su antología de cuentos cubanos de
distintos géneros La tierra de las mil
danzas de próxima aparición en Italia; y el segundo en Horizontes probables.
[30] Aunque un cuento de Yoss, Kaishaku,
apareció en la antología Utopiales del
2002, publicada en dicho idioma con motivo del famoso evento homonimo del
fantástico que sesiona cada año en Nantes.
1-Suena raro Yoss hablando de sí mismo en tercera persona... Es muy triste, pero cuando se ensaya no se puede ser juez y parte, el autor se tiene que excluir de su propio análisis por ética elemental.
ResponderEliminar2- Los últimos premios del David de ciencia ficción no fueron Yoss y la autora mencionada ni se otrogaron en 1988, sino en 1990 y lo ganó Gina Picart con su libro de cuentos La poza del ángel.
3- Alberto Serret es un gran poeta y los libros suyos que Yoss menciona aquí son buena literatura, una ciencia ficción muy imbricada con la poesía. Manía que tiene Yoss de embestir contra el fallecido Serret, por qué será...
Aqui le paso la respuesta del Yoss:
EliminarNo puedo conectarme, sólo tengo correo electrónico en casa. pero puedo responder... rápido
1-Suena raro Yoss hablando de sí mismo en tercera persona... Es muy triste, pero cuando se ensaya no se puede ser juez y parte, el autor se tiene que excluir de su propio análisis por ética elemental.
La ética elemental está bien, pero tras esperar casi 15 años sin que ningún serio investigador se dedicara a tratar la Cf cubana, decidí hacerlo yo mismo. No podía dejarme fuera, porque habría estado falseando el cuadro. Y como el artículo estaba en tercera persona, pues probé así. De todos modos, es cierto: es muy raro eso de ser juez y parte.
2- Los últimos premios del David de ciencia ficción no fueron Yoss y la autora mencionada ni se otrogaron en 1988, sino en 1990 y lo ganó Gina Picart con su libro de cuentos La poza del ángel.
Cuando escribí el artículo, LA POZA DEL ANGEL de Gina Picart era el único libro de los premios David que no había sido publicado en la colección propia del premio, sino en Pinos Nuevos. Luego me he referido abundantemente a Gina Picart en otros artículos... pero un libro que se premia y no se publica hasta 5 años después no podía colocarse al mismo nivel de los otros.
3- Alberto Serret es un gran poeta y los libros suyos que Yoss menciona aquí son buena literatura, una ciencia ficción muy imbricada con la poesía. Manía que tiene Yoss de embestir contra el fallecido Serret, por qué será...
Todos tenemos nuestras bestias negras, supongo... aunque sean amigos. Yo siempre incluyo a Aalberto Serret y Lchely Lima en la historia de la Cf cubana, porque no hacerlo sería injusto en grado sumo con los autores de ese libro tan excepcional y realmente poético que fue ESPACIO ABIERTO. De la calidad poética de Serret no voy a hablar... después de todo, yo no soy poeta. pero su ciencia ficción en solitario, por muy imbricada que estuviera con la poesía, seguía siendo generalmente deplorable. Y aunque no éramos grandes amigos, las veces que covnersamos se lo dije... es una cuestión de gustos. No hay que buscarle las 4 patas al gato.
Y si con eso el anónimo comentarista no queda satisfecho... entonces dale mi correo. qué caray, la polémica es siempre saludable, y no creo escribir a prueba de errores.